domingo, 25 de diciembre de 2011

Tilquicho







el pavo real


viernes, 27 de mayo de 2011

LA PERIODISTA

Samantha Ryan nació un martes 13 de Octubre de 1964, en un pequeño pueblo del sur de California llamado Drawstorm. Sus padres, unos comerciantes de clase media (Vanessa y Frank Ryan) le inculcaron un fuerte interés y gran curiosidad por todo lo que pasaba a su alrededor.
A los 12 años repartía el diario local “El Ojo Avizor”, y a los 15 años tenía un humilde puesto en el diario como periodista, pero su gran imaginación resultó un problema (o por lo menos, Bill Reyn, el dueño, creía que eran imaginaciones de la joven). No podía ser que este chico hubiera visto fantasmas, ángeles y duendes en la antigua casa de los Buckman, ni que esos extraños animalitos que decía haber visto existieran. Debido a esto, luego de un año fue despedida.
Un buen día, llegó a sus manos un diario amarillista. “En los límites de la ficción”. Ese día supo lo que quería ser. A partir de ahí, su vida tomo un rumbo tan inesperado que ni ella ni los que lo rodeaban podían ni siquiera haberlo imaginado. A todo esto, las cosas se complicaron, su madre enfermó y el negocio empezó a no funcionar bien. Dos años después, murió su madre fruto de “esa” extraña enfermedad, la cual los médicos no pudieron descubrir. Su padre, destruido por esto, empezó a beber y luego de varias discusiones fuertes entre los dos, con golpes e insultos cada vez más subidos de tono, Samie armó un bolso y se fue del hogar, lleno de rabia y con lágrimas presas en las pestañas, escaso dinero y muy poca idea de la vida. Partió sin rumbo definido, con un pasaje a cualquier parte y tras varios traqueteos del tren, su runrún monótono, que la adormecía y hacía ver imágenes confusas y violentas, despertando por momentos y volviéndose a dormitar, fue a parar a San Clemente. Se bajó en la estación ferroviaria y se cruzó a un bar cercano. Sin saber qué hacer con su vida, pidió al mozo un café. Jugando con la cucharita, sin decidirse a tomarlo, en la televisión empezaba el noticiero con unos alarmantes titulares:
¡Último momento!! ¡La unidad 1 de la planta de San Onofre fue clausurada por el gobierno porque no pasó el análisis CRAC-2!! ¡Más detalles con nuestros cronistas enviados al lugar de hecho!! Laura Donovan dialoga con uno de los profesores de Física de la Universidad: “La planta fue clausurada antes de tiempo debido a los costos de la adaptación sísmica requerida. Presenta serios defectos desde hace varios años. En 1980 el generador presenta varias abolladuras y fugas y la empresa Southern California Edison Co., reúne a 600 trabajadores para reparar 7000 fallas en los tubos de vapor radioactivo. Luego la multan por U$S 100000 por permitir que 66 trabajadores quedaran expuestos a niveles peligrosos de radiación. En 1981 se descubren 700 metros cúbicos de arena radioactiva contaminados con el agua que se filtró de la Unidad 1 del sistema de refrigeración. Estos reactores son del tipo PWR, se presurizan con agua.
Ahora con el protocolo de análisis CRAC-2 instaurado por el gobierno este año, resulta en la muerte de varios reactores, cuando no cumplen con los requisitos de seguridad necesarios. En esta zona tan cercana a la falla de San Andrés, no se tenía previsto que hubiera movimientos sísmicos de magnitud y la planta no fue preparada para ello…”
Completamente consternada por la noticia y angustiada por el rumbo que había tomado su vida, le pregunto al mozo si había un lugar donde dormir por poco dinero (muy poco). Él, con una amable y ancha sonrisa, le dijo:

- Eres nueva, ¿no? Yo me llamo Ian. ¿Y tú?

– Disculpa, me llamo Samantha Ryan y recién llego al pueblo.

- Mi madre tiene una habitación disponible en su casa. En este pueblo no hay siquiera hoteles baratos. ¿De dónde eres?

- De Drawstorm, un pueblo rural a 100 millas de acá.

- ¿Y porque estás acá?

Con una mirada poco amigable en sus ojos azules y un tono frío y lleno de rabia, respondió:

- Problemas familiares.

Su sonrisa se esfumó de su cara:

-Todos tenemos problemas. No es para que te pongas así. ¿Todavía quieres la habitación?

-Si, por supuesto. Disculpa, tuve un mal día. O mejor dicho, una mala vida.- dijo irónicamente y después de mucho tiempo volvió a sonreír.

-Así está mejor.

Hablando con su nuevo amigo y con su vida tomando otro rumbo, Samie pudo respirar con más calma y ver el horizonte un poco más claro.

Cuando salió de la cafetería, mirando las estrellas y profundamente conmovida por la grandiosidad de lo que lo rodeaba. Cada vez que miraba las estrellas los ojos se le llenaban de lágrimas. Empezó a nacer en ella un sentimiento difuso de ser de acá y otro lugar a la vez, más allá de las estrellas visibles, que hermanaba esa profunda pertenencia a dos mundos distantes.

Se dirigió a la casa de la madre de Ian, según las señas que ella le había dado, tarareando ‘Thriller’, ese tema tan en boga últimamente. Después del ritual de saludo entre dos desconocidos, Ingrid (de ascendencia alemana), le mostró su habitación. ‘Nada mal’, pensó, mirando con avidez los diversos detalles de la decoración y el mobiliario. Luego de llamarlo para la cena y disfrutar de esa comida casera que tanto le gustaba, Samie le pregunto si había en el diario local algún puesto de trabajo. Ella le preguntó a su vez si tenía experiencia. Sí, le dijo, trabajé en el diario de mi pueblo. Ella le contestó: ‘El vecino es el dueño del diario’. Con los ojos iluminados por un súbito interés, le dio las gracias, que mañana iría a verlo. Luego se pusieron a hablar de temas diversos, entre ellos lo de la planta nuclear:

-Siempre me dio mala espina esa clase de cosas.- dijo Samie -uno nunca sabe al peligro que está expuesto, hasta que se sale de control.-

Asintiendo con la cabeza y totalmente convencidos de ello, prosiguió:

- Si lo mismo que construyó las bombas atómicas se pretende que se pueda controlar como si fuera inofensivo y encima el gobierno lo vende por bueno, ponen en riesgo a toda la humanidad. Todo por un puñado de billetes. Para ellos no somos más que un número.-

- ¿Quienes “ellos”?- pregunto Ian, recién llegado del bar y sumándose a la conversación.

-Los empresarios y el gobierno. Muchos que no conocemos y ni siquiera vemos pero que en realidad gobiernan el mundo. Manejan en secreto los hilos de nuestra existencia.-

Unas caras de asombro generalizado, acompañado con afirmaciones de cabeza, le daban a Samie más confianza en sí misma y empezó a verter sus opiniones con más brío. Pero Ian interrumpió intempestivamente:

- ¿Cómo sabes todo eso?-

- Como periodista he realizado investigaciones y he encontrado cosas que le helarían de espanto al más duro.- y así prosiguió la conversación hasta la hora de dormir.

Después de tantas emociones y haciendo las ceremonias necesarias para irse a dormir, Samie tuvo un sueño:

Después de haber conseguido un puesto en diario local, le encomendaron una misión. Partió con rumbo a Los Ángeles y tras varios traqueteos del ómnibus, fue para allá. Y ahí, en un inusitado puesto militar, antes de llegar destino, le informaron algo que le quitó el aliento…Los Ángeles había desaparecido…nada, nada, nada…solo el eterno desierto de destrucción abarcaba las soledades y la agonía de un trunco final…y su ómnibus, sin destino fijo, fue a parar a tierras más seguras, a Toronto, bajo un cielo más que borrascoso, notable contraste con la tierra reseca y desbastada que había sido Los Ángeles.

Ahí se despertó, todo sudada, jadeante, temblorosa y confundida. Tantos misterios ocupaban su mente en ese momento, que en ella se mezclaban ensoñaciones de tierras arrasadas por bombas atómicas y la fría y eterna tumba de su madre, la ebriedad de su padre y todos los fracasos de su vida.

Al otro día (17 de noviembre de 1982), después de pasar por la cafetería y ver a Ian que le iluminaba la vida, fue a hacerle una visita al señor Smith, el dueño del diario. Se presentó a la secretaria pero él no la quiso atender. Entonces Samie empezó a mostrar señales de enojo rayano al odio. Increpando a la secretaria de muy mala manera, le dijo que lo había mandado la señora Ingrid Strauss y que ella venía buscar trabajo solamente, que necesitaba hablar con el señor Smith urgentemente. Ella le dijo que el señor Smith no lo podía atender en este momento que tenía que esperar o lo iba a llamar al guardia y echarla. Eso lo tranquilizó momentáneamente y se fue al baño después de ese ataque de nervios que le dejó un gusto ácido en la boca.

Smith la atendió de mala gana y tras un breve pero exhaustivo y conciso interrogatorio le dio el trabajo.

-¿Samantha, realmente te gusta la investigación? Tengo un pequeño trabajo para ti. Si estás dispuesta a arriesgar tu vida.

-Si claro que estoy dispuesta. A lo que sea. Ya no tengo nada que perder.

Le pidió un pequeño adelanto de dinero y se dirigió a la terminal de ómnibus para ir a la misión que le encomendara el señor Smith.

Tomó su ómnibus tranquilamente mientras pensaba en lo que posiblemente encontraría. ¿Podría hacer la nota? Temía encontrar rechazo. Nada lo ponía de peor humor que no lograr lo que se proponía. Esta vez el dinero sonaba en su cabeza y hasta lo sentía en el bolsillo.

En un momento de confusión total, tomó una decisión que marcaría el resto de su vida…cuando regresó a la realidad creyó volverse loca, ¿la fatalidad me persigue sólo a mí?

Mientras se acercaba a su destino sintió un dejavu, un puesto militar vagamente conocido en la ruta se presentó ante sus ojos…algo como un mal presentimiento le quitó la respiración.

Se acercó al conductor para saber que pasaba, un encogimiento de hombros con una expresión de desdén le dijo todo. Aun dudando, con la pica de la curiosidad cosquilleándole la nuca, abrió la ventanilla y interrogó al oficial que estaba haciendo volverse a los vehículos. Le dijo que la planta nuclear había tenido una fuga y que estaban evacuando la zona. Era imposible acercarse.

Diciendo para sí -¡Lo sabía!!! Se entristeció por no poder cumplir con lo pactado con señor Smith pero otra idea rondaba en su mente.

Cuando volvió inesperadamente a la oficina, el señor Smith lo miró con el ceño fruncido. ¿Qué pasó con mi nota? Preguntó irónico y enojado a la vez.

- Hubo un accidente en la planta.- Dijo excitada.

- Por eso te mandé a investigar.

- Era imposible acercarse. Necesito un vehículo. Para investigar por mi cuenta.

-Mmm… lo voy a pensar.

- ¿Entonces por hoy no me necesita?

- Ve a tomar aire mientras decido sobre tu futuro.

Y se fue, silbando bajito hasta la plaza del pueblo a escribir en su bloc de notas las memorias del olvido.

Al otro día, al volver a ver jefe, le dio una noticia:

- Samie, te conseguí el vehículo.- dijo mientras hacía sonar una llaves en la mano.

- Ahora no tengo excusas.- expresó con una gran sonrisa.

Mientras se acercaban al estacionamiento, un hermoso Chevy mostraba orgulloso las impetuosas líneas de diseño y su actitud de un león agazapado. Cuando se abría la puerta, era como entrar a otro mundo, un mundo ideal, más benigno y lleno de posibilidades, forrado en cuero de primera.

Al encenderlo, la bestia rugió con toda la potencia del motor. Un sonido bronco y profundo, como un desafío a la vida.

- ¡Con esto voy a llegar muy lejos!!! Exclamó con convicción al fin.

- Ahora sí, ve a buscar mi nota.- le dijo el señor Smith mientras le palmeaba feliz el hombro y pensaba:

“me hace acordar a mí…”

Con un cartel en la parte de adelante que decía PRENSA, se puso en camino nuevamente, resuelta a evadir los puestos militares de control como sea y conseguir su primera nota de verdad.