lunes, 8 de agosto de 2016

Los cuatro tipos de personas que están condenadas a fracasar en los negocios


Algunos rasgos psicológicos diferencian a las personas realmente de éxito, de otras igualmente brillantes que nunca llegarían a triunfar. Foto: GettyImages
Algunos rasgos psicológicos diferencian a las personas realmente de éxito, de otras igualmente brillantes que nunca …
Si hay algo que debemos conocer es que los caminos del empresariado y de las finanzas fueron y serán difíciles. Y aunque muchas personas lo ignoren, no basta con el emprendimiento o con la ayuda de otras personas. Mucho valor tuvo que tener Stephanie Synclair para abandonar una carrera corporativa de diez años en el comercio, lanzarse a ayudar a otros empresarios a hacerse a sí mismos, pulgada a pulgada, evitando ciertos patrones poco deseados.
A medida que erigía su propio negocio de marketing y consultoría de negocios, Synclair llegó a deslindar a las personas realmente de éxito, de otras igualmente brillantes que nunca llegarían a convertir sus grandes ideas en realidad.
A estos últimos, a quienes nunca alcanzarán el éxito, también ha dedicado parte de su exitoso libro Shut Up and Do the Work: The entrepreneur’s guide to creating massive success (Cállate y trabaja: la guía del empresario para crear un éxito masivo).
Clases de personas condenadas al fracaso
El soñador en uno de esos tipos de personas destinadas al fracaso: alguien que sueña, que quiere tener más, que gracias a su verbo es incluso capaz de hacerse de una buena cantidad de admiradores de sus ideas, pero que se detiene en el punto más importante, el de la creación.
Entre quienes no suelen llegar a grandes metas está el que acecha, ese que “se sienta y observa lo que hacen los otros”. “Estos nunca comentan, no participan y ciertamente nunca echan a andar”, describe Synclair.
Se trata de personas que nunca se sienten totalmente listas y de tanto esperar, muy probablemente se les esfume la posibilidad de algo y de todo. Ni siquiera avanzan de manera escalonada, y ahí olvidan que los pequeños pasos también suman.
En tercer lugar se encuentra aquel que se considera víctima de la envidia. “En el fondo –puntualiza la autora–, este siente rabia hacia el éxito de los demás”.
Lo primero a tener en cuenta es que los celos son el enemigo del éxito. Si usted siente envidia de alguien, utilícelo como motivación: aprenda de su éxito y seguidamente lábrese su propio camino.
Luego está el pesimista, quien en lugar de fallar, considera que siempre es mejor no intentarlo. Pero el temor al fracaso tiende a la parálisis. Es por ello que uno debería preguntarse: ¿qué es lo peor que me podría pasar? Verá que a menudo no es tan duro como uno se lo pueda imaginar.
La clave está en averiguar lo que realmente nos hace disfrutar.
Cómo utilizar esta enseñanza
En resumen: a la hora de juzgarnos, nosotros somos nuestros peores enemigos. Sin embargo, no debemos olvidar que la búsqueda de una meta profesional en realidad podría hacer que nos ganemos el respeto de los demás.
“Si usted no corresponde a una de las categorías que he enumerado”, escribe Synclair en su libro, “ello indica que está en condiciones de modificar su situación actual”.
Lo importante está en averiguar lo que realmente nos hace disfrutar, para luego tratar de alinear esa pasión con los objetivos de su carrera.
Antes de convertirse en una empresaria autónoma, Synclair no creía que esto fuera posible.
“Creo que, con el objetivo de ser pagado, uno tiende a colocar el trabajo por delante de la pasión. Pero esto es un error”, asegura la autora.
“Con toda certeza, mi trabajo es mi pasión. Me encanta lo que hago”, concluye..

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