viernes, 30 de diciembre de 2016

Balance de fin de año: tu cuerpo y tu mente, aliados para vivir con alegría - Por la licenciada Alicia Dellepiane, autora del libro Camino a la alegría.

A pesar de lo que muchas personas creen, alcanzar un estado de alegría genuina es posible. Fin de año, momento para balances y reflexiones personales, es una etapa clave para iniciar el camino.

Feliz 2017!​
Con los últimos meses del año llegan también las reflexiones y el balance sobre lo vivido. ¿Se cumplieron las metas y los sueños planteados hace un año? ¿Cuáles? ¿Qué queda pendiente y está pasando a la lista de este año? Pero hay algo más: ¿cómo se vivieron estas cincuenta semanas? ¿Cuál fue el tono emocional predominante? ¿Alegría? ¿Tristeza? ¿Esperanza? ¿Desesperanza? ¿Bienestar? ¿Enojo? ¿Tranquilidad? ¿Preocupación? ¿Confianza? ¿Negatividad? Porque puede haber habido logros que no fueron vividos con alegría y puede haber habido alegría aunque no ocurriera algo muy especial. El factor alegría modifica el tono y la calidad de la experiencia.
Si te resulta atractiva la idea de vivir un año en el que puedas tener fortaleza para resolver las situaciones que se vayan presentando con buena cara, los problemas sean vistos como oportunidades de crecimiento y el tono de tus emociones sea más luminoso que oscuro, tal vez quieras proponerte como objetivo transitarlo con alegría. Esto no sólo es posible, sino que tiene varias ventajas.
Dado que la alegría es un estado emocional muy personal y subjetivo, no depende de lo que otra persona haga o diga, y tampoco depende de condiciones externas. Instalar alegría en tu vida sólo depende de vos. No hace falta que salgas a comprar algo, que peses dos kilos menos o que aparezca un príncipe azul (nada en contra de que compres lo que necesites, peses lo que quieras pesar y compartas tu vida con un hombre maravilloso).
Habitualmente hay dos tipos de personas que experimentan alegría:
las bendecidas con ese rasgo de personalidad y a quienes les brota de manera espontánea, quienes eligen desarrollarla de la misma manera que eligen cultivar su capacidad para el deporte, su oído musical, su capacidad con los números o el aprendizaje de un idioma.

Una alegría profunda
Vale aclarar que cuando hablamos de alegría no nos referimos a la sensación que tenemos después de que nos contaran un buen chiste (¡nada en contra de los buenos chistes!). La alegría que proponemos implica algo mucho más profundo, que descarta la banalidad y es consecuencia del autoconocimiento y el trabajo interior. La predisposición para alcanzarla es clave, ya que el camino hacia la misma pide compromiso y trabajo en esa dirección. ¿Esto qué significa? Que para llegar al estado de alegría profunda, visceral y sentida que nos proponemos hay que trabajar con cuerpo y mente, cuerpo y alma. Este estado en el que la alegría esté presente de manera constante va de la mano con un proceso de transformación en el que nos encontramos con un nuevo modo de ser. Esto es posible en la medida en que cada persona, a su manera, logre un equilibrio entre los diferentes aspectos de su identidad: cuerpo, mente, vínculos y la dimensión espiritual.

Cómo aprender a desarrollar la alegría
Antes de avanzar en el camino mismo que nos lleva a la alegría, hay un punto en el que vale la pena insistir, la alegría es un estado corporal/emocional que no está sujeto ni a lo económico ni a lo material. Cada ser humano, independientemente de lo que acontezca en su vida, puede participar de este aprendizaje: podés acceder a ser alegre, más allá de la situación en la que te encuentres.
Entonces, ¿en qué consiste el aprendizaje?
* Educar a tu mente: la mente tiene que educarse para que una enorme reserva de capacidades que se encuentran dormidas en tu interior salgan a la luz y se pongan de manifiesto en acciones.
* Controlar el miedo: para que no se vuelva tu asesor privilegiado en las decisiones que tengas que tomar.
* Aceptar los cambios que ocurren a tu alrededor y en vos misma. Por ejemplo, tenés que tener una conversación seria con tu jefe o con un familiar y lo demorás. Esto te produce un alivio pasajero pero a la vez cierta molestia por haber demorado una situación. El “patear para adelante” responde más a miedos y resistencias que a una incapacidad real para realizar una acción.
* Conocer tus pensamientos, los que están a la vista y los que no, aquellos de los que estás orgullosa y los que te avergüenzan o apenan. Conocerlos es conocerte.
* Cambiar tus hábitos. La persona que está triste, repite tristeza. Quien tiende a enojarse, ve motivos de enojo a cada paso. El gran arte de la transformación es que salgas del hábito que no te trae bienestar y que generes uno que resulte atractivo, deseable, positivo y alegre.
* Tu mente no conoce otras barreras más que las que sin darte cuenta le imponés.
Conocer los recursos que hay en tu cuerpo, y en particular en tu corazón: tu corazón es mucho más que un órgano que bombea sangre, posee inteligencia propia. Equilibra su propio ritmo, el funcionamiento hormonal, mejora tu sistema inmunológico y también se hace cargo de disminuir el estrés. Cuando experimentás emociones positivas, te acompaña, cambiando el patrón habitual de actividad de tu sistema nervioso y reduciendo el nivel de cortisol (la hormona que nunca falta cuando tu tensión se pasa de la raya). Además es la mano derecha de tu sistema emocional, ya que las señales que emite a través de su actividad rítmica, determinan las características emocionales de tu experiencia concreta. Tu corazón también participa de la liberación de oxitocina (conocida como la molécula del amor) por lo que es un instrumento central para que puedas acceder a la alegría.
Más allá de conocer a tu cuerpo, ¿cómo podés convertirlo en tu mejor aliado?
* Haciendo un uso consciente de tu respiración. La respiración te permite estar serena, y de esta manera podés elegir los contenidos e imágenes a los cuales dedicarles tiempo y energía. De esta manera mente y cuerpo se nutren: “Cada vez que visualizás una imagen de alegría, modificás tu biología y creas un círculo virtuoso que se realimenta y crece en esa dirección”. Es posible encontrar la forma en la que mente y corazón trabajen de común acuerdo y aporten lo que cada uno tiene para dar. Si la mente quiere algo y el corazón no, difícilmente se logre y viceversa. Pero cuando ambos se ponen de acuerdo y funcionan de manera armónica entran en un estado llamado coherencia, y la alegría es su consecuencia natural. Por el contrario, si el sistema mente/cuerpo pasa por períodos largos sometidos a estrés, la alegría se hace muy poco probable.
* Mejorar las relaciones con el entorno. El camino hacia la alegría no es un viaje solitario, sino que en él te encontrás con otros viajeros. Para transitarlo con éxito es fundamental aceptar sus características peculiares, y las diferencias que tengamos con ellos. La poca tolerancia a los puntos de vista diferentes se convierte en un empecinado aliado de la no-alegría. Por el contrario, cuando aprendemos a reconocer que hay múltiples miradas posibles ante una misma situación, los conflictos se minimizan y las diferencias no sólo no se padecen sino que agregan valor.
* Poner lo espiritual y al amor por encima de todo. ¿Tenés ganas de elegir que el amor tenga un espacio predominante en tu vida cotidiana? Cuando tu cuerpo, tus emociones, tu mente, el sentido de tu existencia y la perspectiva de trascendencia están incluidos, tu alegría profunda, verdadera y sustentable es no sólo posible sino inevitable.

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