viernes, 8 de diciembre de 2017

Los alarmantes daños de haber sido golpeado por tus padres cuando niño. Se presentan en la adultez Por Francisco Armanet

Estas son las graves consecuencias de los “palmazos”, “chancletazos”, o tirones de oreja.
Nada tiene que ver la aceptación social con la efectividad de las prácticas que se llevan a cabo en el mundo. Existen muchísimas tradiciones que, por estar presentes hace tanto tiempo en la sociedad, se han convertido en una suerte de necesidad que no debe ni merece ser puesta en tela de juicio. Los golpes de los padres a sus hijos como método de corrección y enseñanza son, sin ir más lejos, un perfecto ejemplo de aquello. A pesar de que hoy los adultos han evolucionado hacia la comprensión de que pegarle a un niño a fin de conseguir el aprendizaje es tan absurdo como ineficaz, todavía hay un grupo considerable de personas que cree que hacerlo proporciona muchas ventajas.
Lo cierto, sin embargo, es que tanto los especialistas como las investigaciones proporcionadas en la actualidad despejan toda duda al respecto; lejos de disciplinar, los golpes producen alarmantes daños en los niños.
Según la Unicef, el 60 % de los menores de edad alrededor del mundo recibe alguna forma de sanción física por parte de sus padres o tutores, siendo las más comunes los ‘palmazos’ o tirones de orejas.
Una exhaustiva investigación de la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Michigan analizó a más de 150 mil niños durante un período de 50 años para establecer relaciones entre los golpes y los daños que estos generan cuando uno alcanza la adultez. La conclusión es categórica y condenatoria: los castigos físicos suelen dejar secuelas, consignó el portal The Atlantic.
Según el estudio, los niños que recibieron palmazos en el trasero o tirones de oreja por parte de sus padres, son más propensos a desarrollar una personalidad agresiva y antisocial, así como a presentar problemas de salud mental, baja internalización moral, relaciones negativas padre-hijo, dificultades cognitivas y baja autoestima.
La principal autora del estudio, Elizabeth Gershoff, señaló a la cadena CBS News que el 85 % de los niños en etapa escolar ha recibido algún tipo de sanción física en su vida. La correlación entre los golpes y un resultado perjudicial en el mediano y largo plazo es de un 99 %.
Por otra parte, cabe mencionar que las formas más severas de maltrato fueron excluidas del estudio, lo que deja traslucir que si una simple nalgada puede ocasionar daños en el niño, otro tipo de golpes más duros pueden generar consecuencias aún peores.
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En declaraciones recogidas por Chicago Tribune, Gershoff refutó la creencia de los padres que piensan que golpear a sus hijos es enseñarles: “Estamos bien a pesar de que nos pegaban, pero no debido a ello. Cuando yo era niña, no había cinturones de seguridad en los autos, entonces ¿creo que estoy bien porque mis padres no me pusieron el cinturón de seguridad? No. Creo que estoy bien porque no tuvimos un accidente”.
“No hay pruebas de que las nalgadas sean beneficiosas para los niños y toda evidencia apunta al riesgo de que haga daño”, concluye el estudio liderado por Elizabeth.
Entonces, ¿qué puede hacer un padre desesperado? “La gente piensa que si no pegas, serás una persona influenciable, pero la verdad es que puedes ser un padre firme con altas expectativas para tus niños. No tienes que golpearlos para demostrar que tienes poder“, señaló la profesional. “En su lugar, establece límites claros, sé coherente, y sobre todo actúa como un modelo a seguir. El castigo corporal sólo enseñará los mismos comportamientos agresivos a tus hijos”.
Por otro lado, Un estudio de la universidad Tulane en Estados Unidos, determinó que los golpes reiterados a niños de tres años como método de corrección, frecuentemente llevan a que sean más agresivos en el futuro.
Estos resultados reforzaron las conclusiones de investigaciones anteriores que indicaban que los niños que son castigados físicamente tienen coeficiente intelectual más bajo y que los castigos frecuentes están ligados a la ansiedad, problemas de conducta y mayores riesgos de comportamiento criminal o violento, depresión y consumo excesivo de alcohol.
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Pero, además de dar a conocer los daños de los castigos físicos, las investigaciones también arrojaron métodos alternativos y significativamente más beneficiosos. La directora de la facultad de medicina de la Universidad de Tulane, Catherine Taylor, dio luces al respecto.
“Hay formas efectivas de disciplinar a los niños que no incluyen golpearlos y que realmente pueden reducir el riesgo de que sean más agresivos. La buena noticia es que los padres no deben confiar en los castigos para obtener los resultados buscados”, explicó.
“Si evitan golpearlos y usan en cambio métodos efectivos, no físicos de disciplina, sus hijos tienen mayores posibilidades de ser más saludables, y de comportarse mejor”, agregó.
En conversaciones con BioBioChile, la psicóloga educacional Giulietta Vaccarezza, afirmó que los golpes están lejos de ser el mejor recurso para modificar una conducta y menos deberían ser utilizados para enseñar un comportamiento nuevo.
Como alternativas, ella expone que el método “castigo y refuerzo” es eficaz y beneficioso para los hijos.
“Si el niño no realiza una conducta o expresa comportamiento disruptivos se retirarán los “refuerzos o privilegios” que la persona recibe, como no jugar más videojuegos. O bien, deberá realizar una acción que no quiere hacer, como cortar el pasto de la casa o hacer el aseo en su dormitorio”, explicó.

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